El Hombre Desorientado

El Hombre Desorientado

Angelo Ureña




- No sé donde estoy -, dijo el hombre desorientado mientras observaba a su alrededor. Se encontraba en un parquecito muy tranquilo, junto a una mujer que amamantaba a su bebé. El hombre y la mujer, sentados en una única banca, junto a un único árbol. El bebé atraía la atención del hombre, le parecía un tanto peculiar. Después de haber escuchado el canto de los pájaros, y de haber disfrutado de un momento de paz, el hombre se levantó de la banca, suspiró, y decidió marcharse. Justo antes de dar siquiera un paso, escuchó a la mujer hablar: - ¿Te vas tan pronto?-, le preguntó con una voz serena mientras le sonreía. El hombre la miró confundido, le sonrió, y se marchó.

El hombre desorientado caminó mucho, hasta llegar a una casa de campo. A su alrededor, no había más que pasto, un sol ardiente, y libertad. Mientras el hombre disfrutaba del viento que lo golpeaba y de un momento de paz, sintió que alguien pequeño tocó su mano. El hombre miró hacia abajo: - Señor, ¿quiere jugar conmigo? -, le preguntó un niño pequeño con una voz dulce. El hombre dejó caer una lágrima, que recorrió todo su rostro. Él sonrió, y aceptó. Bajo el abrasador sol, y el canto de las aves, jugó toda la tarde con aquél pequeño niño. Ambos miraban el atardecer, sentados en la hierba. El hombre se puso de pie y decidió marcharse. - ¿Qué pasó?, ¿Ya te vas? - le dijo el niño con tristeza. El hombre lo abrazó, le sonrió, y se marchó.

Ya era de noche, y el hombre desorientado aún caminaba sin rumbo aparente. Pasó junto a una casa que extrañamente llamó su atención. Había una ventana, y una rara curiosidad lo impulsó a asomarse casi de manera inmediata. Dentro había una pareja de adolescentes mirando la tele. El momento en que sus labios se rozaron, fué el momento en el que decidió marcharse. Incómodo y confundido, el hombre siguió su camino. - ¡Hey!, ¿Ya te vas? -, le gritó el adolescente con tono burlón desde su habitación. - Que extraño. La voz de ese chico me produjo... ¿paz? - Pensó el hombre mientras se alejaba cada vez más de la casa. El hombre rió en silencio, y se marchó. 

El hombre desorientado siguió caminando hasta hacerse de día. Caminaba con la cabeza hacia abajo, mirando sus pies. Hasta que escuchó una música y levantó la mirada. - ¿Una boda? -. Todo era felicidad, personas reunidas para ver la unión de dos seres como uno solo ¡Que hermoso!. - Yo... Alguna vez sentí algo así -, dijo para sí mismo. - El día en que me casé, fué el día más hermoso de mi vida... Aunque no lo recuerde -. Después de contemplar a la bella pareja y de un momento de paz, bajo nuevamente la mirada y decidió marcharse. - ¿Cómo, ya te vas? -, gritaron en coro todos los presentes en la boda. - ¡Tengo que seguir mi camino! -, les gritó. Les sonrió, y se marchó. 

- No sé hacia adónde me dirijo, ¿Dónde estoy? -, se preguntaba. - Todas esas personas que conocí en el camino, son personas felices viviendo sus vidas junto a personas que aman -, decía apunto de soltarse a llorar. - Y mientras tanto, yo no recuerdo mi vida, no recuerdo a las personas que amé... -. Todo a su alrededor se desvaneció. Una oscuridad eterna rodeó al hombre desorientado. - Ahora todo está... vacío -. Después de pronunciar esa última palabra, un pasillo de hospital apareció frente a sus ojos. - ¿¡Qué!?, ¿Dónde estoy? -, dijo exaltado. - ¡Cof cof cof! -, tosió un hombre en una de las habitaciones del hospital. El hombre desorientado se dirigió a esa habitación. - ¡Señor! ¿Se encuentra bien? -, preguntaba el hombre mientras entraba a ver al enfermo. Pero sus ojos no podían creer lo que veían en cuanto levantó la mirada. Quien estaba en la camilla tosiendo era el hombre desorientado. Era él mismo, muy enfermo. Sus miradas se cruzaron. El hombre en la camilla tenía una mirada agonizante, mientras que el hombre que lo contemplaba tenía una mirada brillante casi apunto de dejar caer una lágrima. En ese momento, el hombre desorientado, entendió lo que sucedía, se arrodilló bruscamente y empezó a llorar.

- !Ya recordé! -, gritó mientras lloraba desesperado. - Estoy en el hospital, con una enfermedad terminal -, su voz se iba con cada grito que pronunciaba. - Pero aún así... -, dijo casi susurrando, - aún así no recuerdo mi vida -. El hombre lloró en silencio. Cuando levantó la mirada, otra vez había oscuridad. Cerró los ojos, hasta que dejó de llorar. 

- Hey... -, le dijo una voz serena. El hombre volvió a ver hacia atrás. Estaba otra vez en el parquesito con una banca y un árbol.  - Ven cariño, quiero verte de cerca -, le dijo desde la banca la mujer que había visto amamantando a su bebé. El hombre se levantó y se dirigió a los brazos de su madre. Se sentó apresurado junto a la mujer y la abrazó muy fuerte. - Madre, ¿eras tú? -, le dijo el hombre con la voz quebrada. - Así es cariño -, le dijo la madre sonriendo gentilmente mientras lloraba. El hombre y su madre, se quedaron un momento viendo aquél árbol, contemplándolo. El hombre desorientado, había encontrado paz. - Él te dió... -, la mujer rompía el silencio, - te dió la oportunidad de ver tu vida una última vez -. El hombre la miró confundido. - Te viste desde muy pequeño, yo te estaba amamantando -, decía la mujer mientras el hombre la miraba. - Jugaste contigo mismo en el campo, te miraste junto a tu novia de jóvenes e incluso viste tu boda una última vez -. El hombre lloraba, pero con un sentimiento de nostalgia y alegría. - Gracias madre -, le dijo. - Gracias por la hermosa vida que tuve -. Se levantó de la banca y caminó un poco. Cuándo se dió la vuelta para ver a su madre, vió que a su lado, se encontraba aquel niño de la casa de campo, aquel adolescente y el hombre que se casaba. El hombre, ya no desorientado, miró hacia arriba. Había mucha paz. - ¿Esta fué mi vida? - preguntó mientras miraba las aves recorriendo el cielo. - Entonces tuve una buena vida -. El hombre se despidió a lo lejos de su madre, y de sus recuerdos, sonrió y se marchó.



Comentarios

  1. Portada en resolución original: https://www.mediafire.com/file/cdkusltfgf77f27/El+Hombre+Desorientado+ilustración.png/file

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  2. Muy hermoso me sumergí en mientras leía, muy buen tema me pone a pensar que no todos tenemos la suerte de haber hecho las cosas bien y qué debemos de repasar nuestra vida cuando aún podemos corregir nuestras fallas y no cuando ya no podamos cambiar nada... Me encantó

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